HISTORIA CAMAYOC

Blog de Historia del Perú y del Mundo.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Batalla de Tarapacá: 27 de Noviembre de 1879.

(imagen: adonde.com)
Tarapacá es el nombre de la provincia que tenía la mayor reserva salitrera del Perú y que Chile aspiraba anexar.
El 27 de noviembre de 1879 tropas peruanas con escasos recursos hicieron frente a un ejército mejor preparado y equipado.
Las tropas peruanas ascendían a 4,500 hombres y tenía el siguiente orden de batalla: Comandante en jefe General Buen Día, Jefe de Estado Mayor Coronel Belisario Suárez, La primera División dirigido por Alejandro Herrera con el Batallón Cazadores del Cuzco, La Segunda División al mando del Coronel Andrés A. Cáceres compuestas por los batallones “Zepita”y “2 de Mayo” , La tercera División al mando del Coronel Francisco Bolognesi con el batallón “Ayacucho” “Guardias de Arequipa”.

José Tamayo Herrera en su Nuevo Compendio de Historia del Perú, pp. 290-291 nos dice:
"Los batallones peruanos , “Zepita” y “2 de mayo”, al mando de Andrés A. Cáceres, se organizaron rápidamente y se lanzaron arriba hacia el cerro en un furioso ataque en que llegaron a la cumbre en media hora capturando 4 cañones Krupp y 4 ametralladoras chilenas. Luego continuaron combatiendo e hicieron retroceder a los chilenos, pese a los refuerzos de caballería que éstos recibieron. El Guardia Civil cuzqueño Mariano de los Santos capturó la bandera chilena del 2° de Línea. Los chilenos se retiraron en fuga después de una lucha de nueve horas.”
Aunque fue la única victoria de las tropas peruanas en el sur en medio de circunstancias muy adversas, esta batalla no cambió el curso de la guerra.
Debido al aislamiento y el peligro que significaba quedarse en el lugar las tropas peruanas decidieron el abandono de Tarapacá, permitiendo la ocupación de las salitreras por las tropas chilenas.
Andrés A. Cáceres en Memorias de la Guerra del 79, pág. 43 nos relata: “Sin municiones ni víveres, sino vestuario, y hasta sin fuerzas físicas, agobiados por el hambre y la sed y soportando toda clase de privaciones y fatigas, emprendimos la marcha por la falda de la cordillera , con la amenaza constante de ver cortadas nuestra retirada por las numerosas y bien provistas fuerzas del enemigo, estacionadas en San Francisco y Dolores”